Hace poco llegue de un viaje no tan cultural a mi ciudad
natal, ¡sí! ahí donde todos los hijos pródigos regresamos alguna vez para
tratar de recordar y reencontrar todo lo que dejamos atrás. Yo había dejado demasiadas
cosas y no lo había entendido hasta
cuando llegue allí y la nostalgia me consumió.
Los seres humanos siempre hemos tenido la errónea necesidad
de creer con el corazón que cuando te marchas, las cosas importantes estarán esperándote en
el mismo estado y bajo la misma intensidad para cuando decidas regresar, pues
falso, súper falso, híper falso y ademas mega molesto.
Estoy frustrada, pero
aliviada de haberme marchado de nuevo, de volver a la vida que he estado
intentando construir, de sentirme de nuevo en casa, pero era necesario que
regresara a esa ciudad para corroborar que ese ya no era mi lugar en el mundo,
ya no era mi hogar.
Pero dejando al margen mis no tan divertidas vacaciones hubo
algo que de verdad no podía creer, y es que no conocía esa parte de mí. Todos
hemos tenido un amor de esos que parecían que durarían toda la vida y que cuando terminaron siempre
el que rompió todo en mil pedazos ruega lo que parece una eternidad, yo había suplicado
que parara, que me dejara ir, que continuara su vida porque yo pensaba hacer
exactamente lo mismo, pero cuando lo hizo y lo corrobore con mis propios ojos ¡era
yo la que no me reconocía! debatiéndome entre mirarlo por la ventada escondida
tras la cortina con su nuevo amor, o mirando el teléfono móvil esperando que
por fuerzas magnéticas promovidas por el universo me hablara, me preguntara, se
preocupara, era yo por primera vez en mi vida la que esperaba rezagada tras las
paredes de mi cuarto por él, que graciosa me veía, fue una larga semana y
solitaria además, porque ¿cómo le cuentas
a alguien que sientes que perdiste algo que tú misma dejaste ir? Yo aún no se
si era normal, de todas maneras trate de concentrarme en otras cosas, en otras
personas y olvidar un rato que mi corazón se había largado y se había caído desbocado
por un barranco en un intento suicida de dejar de sentir todas las cosas tan extrañas que sentía por
primera vez ¿celos? ¿Envidia? No estoy segura,
mis sentimientos son una cosa abstracta que ni yo entiendo, solo sé que a mi alma regreso la calma cuando
llego a la puerta de mi casa a último minuto para despedirse de mí, para preguntarme como estaba, para preguntar sobre mi nueva vida, para demostrarme que aunque
hubiese seguido su camino no se había olvidado de mí, que íbamos a ser nuestro
pasado para siempre.
Supongo que no me importaba que estuviera con otra persona, lo que me importaba es que
no le importara yo, sentir que no has significado nada para alguien que lo ha significo todo para ti, no es fácil ni
agradable y entonces como si hubiese descubierto el santo grial y el velo de lo inexplicable se cayera ante mis ojos, comprendí que fue así como él se sintió,
cuando mi ego y mi orgullo me ayudador a fingir
que no me importaba, cuando celebre en su honor, cuando no volví a contestar
sus llamadas y no conteste sus mensajes.
Cuando le deje atrás.
Pero ya termino, ya estoy en donde sé que debo
estar y mi corazón a regresado a su normalidad habitual.