domingo, 23 de noviembre de 2014

El caos


Hace poco llegue de un viaje no tan cultural a mi ciudad natal, ¡sí! ahí donde todos los hijos pródigos regresamos alguna vez para tratar de recordar y reencontrar todo lo que dejamos atrás. Yo había dejado demasiadas cosas y no lo había entendido  hasta cuando llegue allí  y la nostalgia me consumió.

Los seres humanos siempre hemos tenido la errónea necesidad de creer con el corazón que cuando te marchas,  las cosas importantes estarán esperándote en el mismo estado y bajo la misma intensidad para cuando decidas regresar, pues falso, súper falso, híper falso y ademas mega molesto.

Estoy frustrada,  pero aliviada de haberme marchado de nuevo, de volver a la vida que he estado intentando construir, de sentirme de nuevo en casa, pero era necesario que regresara a esa ciudad para corroborar que ese ya no era mi lugar en el mundo, ya no era mi hogar.

Pero dejando al margen mis no tan divertidas vacaciones hubo algo que de verdad no podía creer, y es que no conocía esa parte de mí. Todos hemos tenido un amor de esos que parecían que durarían  toda la vida y que cuando terminaron siempre el que rompió todo en mil pedazos ruega lo que parece una eternidad, yo había suplicado que parara, que me dejara ir, que continuara su vida porque yo pensaba hacer exactamente lo mismo, pero cuando lo hizo y lo corrobore con mis propios ojos ¡era yo la que no me reconocía! debatiéndome entre mirarlo por la ventada escondida tras la cortina con su nuevo amor, o mirando el teléfono móvil esperando que por fuerzas magnéticas promovidas por el universo me hablara, me preguntara, se preocupara, era yo por primera vez en mi vida la que esperaba rezagada tras las paredes de mi cuarto por él, que graciosa me veía, fue una larga semana y solitaria además, porque  ¿cómo le cuentas a alguien que sientes que perdiste algo que tú misma dejaste ir? Yo aún no se si era normal, de todas maneras trate de concentrarme en otras cosas, en otras personas y olvidar un rato que mi corazón se había largado y se había caído desbocado por un barranco en un intento suicida de dejar de sentir  todas las cosas tan extrañas que sentía por primera vez ¿celos? ¿Envidia? No estoy segura,  mis sentimientos son una cosa abstracta que ni yo entiendo,  solo sé que a mi alma regreso la calma cuando llego a la puerta de mi casa a último minuto  para despedirse de mí,  para preguntarme como estaba,  para preguntar sobre mi  nueva vida, para demostrarme que aunque hubiese seguido su camino no se había olvidado de mí, que íbamos a ser nuestro pasado para siempre.



Supongo que no me importaba que estuviera  con otra persona, lo que me importaba es que no le importara yo, sentir que no has significado nada para alguien que lo ha  significo todo para ti, no es fácil ni agradable y entonces como si hubiese descubierto el santo grial  y el velo de lo inexplicable se cayera ante  mis ojos, comprendí que fue así como él se sintió, cuando mi ego y mi orgullo  me ayudador  a  fingir que no me importaba, cuando celebre en su honor, cuando no volví a contestar sus llamadas  y no conteste sus mensajes. Cuando le deje atrás.


Pero ya termino, ya estoy  en donde sé que debo estar y mi corazón a regresado a su normalidad habitual.